ETAPA 9 S.VICENTE DE LA BARQUERA-COLOMBRES
ETAPA 9 S.VICENTE DE LA BARQUERA-COLOMBRES
ETAPA 9 S.VICENTE DE LA BARQUERA-COLOMBRES
Nos levantamos a las 7 y cada uno se iba poniendo el desayuno, poco a poco iban apareciendo el resto de peregrinos, el día era precioso y todos los rostros eran risueños. Una vez dispuestos para empezar una nueva etapa sellamos la estancia con la despedida y fotos del grupo, iniciativa de Luis, el hospitalero, que mientras anunciaba a los peregrinos y organizaba el grupo para inmortalizar el momento, yo me colocaba mi moño, gracias a esto Luis, me nombró la Bilbaína presumida. Eran las 8 y comenzamos a caminar, salimos con Manuel y Elena del albergue, se estaban planteando dejar el Camino hacia Santiago para comenzar el anunciado en el albergue, un camino llamado de Santo Toribio, se hacía en 3 etapas y enlazabas de nuevo con el de Santiago. Caminamos juntos un pequeño tramo, eran mucho más rápidos, enérgicos y jóvenes, que nosotros y llegando casi al desvió, nos despedimos esperando volvernos a ver, calculando más o menos en Llanes.
Hasta llegar a Unquera, sin dificultad, tranquilos, disfrutando de la ganadería con la que coincidimos, la mayor parte de trayecto fue camino, pasando por la estación de tren de Pesúes y atravesando las vías del tren. Ningún camino se parece a otro y empezaba a diferenciarse notablemente el toque asturiano, otra expresión, otro suelo, otro olor y la sidrrrrrrrra. Nos hacía mucha ilusión y sentíamos en la piel la cercanía de la tierra Asturiana.
Al entrar en Unquera, conocido trayecto en coche, fue una delicia verlo, vivirlo, sentirlo de esta manera, se me saltaba las lágrimas de emoción, la verdad es que, supongo que parte de culpa tendrá el cansancio, pero lloré por todo y en cualquier momento, hasta ahora recordándolo. Bueno, bueno, tengo que decir que, parte de la emoción era pensar poder descansar un poquito, hacia calor, teníamos sed y nos pesaba hasta el pelo. En la cafetería, justo antes de pasar el puente que atraviesa el río Deva, paramos a tomar……..un vermucito, enfrente veíamos la tienda, en la que, cuando la carretera general atravesaba el pueblo, de camino a Llanes, parábamos para comprar las famosas corbatas de Unquera. ¡Mira, y en el bar de al lado del nuestro, estaban Basi y Fran, ¡que alegría cuando te encuentras con peregrinos! y más si son conocidos, aunque solo fuese de un día, compartes tanto que, dirías que los conoces de muchísimo más y no hace falta saber mucho de ellos. Estaban muy cansados y se planteaban pasar la noche allí mismo, así que, nos despedimos esperando volvernos a ver.
Mientras tomábamos en la terraza de fuera el vermucito, vimos a lo lejos algo familiar,¡ eran MYC!, cuando llegar hasta donde estábamos, besos y abrazos…, de repente se dieron cuenta que, se había dejado los palos de apoyo en el lugar donde había parado, en la recta, los llevaban usando desde hacía años y habían sido inseparables, viajando con ellas hasta en avión, así que, volvieron a recuperarlos dejándonos las mochilas. Volvieron con ellos, ¡bien!. Respetando el ritmo y la voluntad, emprendimos nuestro camino, separándonos de nuevo. Atravesamos el puente y y en la casa de la izda, como no veíamos la fecha, preguntamos a su dueña, salió acompañándola un diminuto chiwawa que contento saltaba y solicitaba caricias, cuando de la verja hasta la puerta de la casa en cuesta bastante pronunciada, se tiró como si de un tobogán se tratase, con la tripilla pegada al suelo e impulsándose con la patas de atrás, al llegar abajo vuelta a subir corriendo y la misma operación, cuanto más nos reíamos, más lo repetía. Era graciosísimo, como un crío haciendo sus monadas, pensé -como nos quedemos un poco más, va a dejar la piel pegada al suelo-.
El camino continuaba por ese lado y subiendo una empinada pista de cemento, hacía un sol de justicia, a pesar de todo fue una maravilla, íbamos pasando por numerosas capillas de ánimas y decidimos que iba ser un lugar perfecto para hace un homenaje a nuestro brillantes apoyos físicos y morales, nuestros bastones, Manolito y Montxo, más lágrimas de alegría, pena, añoranza, agradecimiento, el corazón no me cabía. Empezamos a ver, ya en Asturias, la señal indicativa del camino, además de nuestras queridas flechas, vieiras amarillas de cerámica azul, sobre mojones de piedra en la mayoría de las ocasiones, pero ¡ojo!, la parte interior y más estrecha, es la que marca la dirección. Por fin llegamos a Cobreces, antes de llegar a la plaza, en una recta, pasamos por delante de un albergue, nos preguntamos si sería ese el nuestro, pero observamos que el movimiento era de adolescentes, ordenada y bulliciosamente comiendo, descartamos una vez que tuvimos respuesta de uno de los monitores que, se disponía a maniobrar en su furgoneta y al que preguntamos esperanzados de no tener que seguir más adelante. Pues seguimos más adelante y llegamos a dar a la plaza de la iglesia, a izquierda, tienda de todotienen, sidrería y restaurante, más a la izquierda se veía el museo de Indianos, lugares todos ellos que, en más de una ocasión habíamos visitado. Seguimos las jndicaciones y por fin llegamos al albergue, eran las 14:30 y el calor era fuerte.
Vimos una fecha indicando por donde teníamos la entrada los peregrinos y pasamos al interior. Era muy nuevo, amplio y estaba muy limpio, los baños y duchas en la entrada a la derecha y a la izquierda empezamos a colocar las botas y calcetines , una escaleras, ya en el recinto de juego nos llevaba a la zona de máquinas de pesas y demás ejercicios, colchonetas en el suelo, nos indicaban donde reposarían nuestros cansados huesillos, un impresionante ventanal sellaba el espacio ofreciéndonos una vistas maravillosas de los jardines del recinto de la parte trasera del museo Indiano. Nos acomodamos, duchamos y nos fuimos a buscar un sitio donde comer, en al primer restaurante mano izquierda que nos encontramos, tenía terraza cubierta y se estaba genial, ya habíamos empezado cuando vimos llegar a MYC, que se quedaron a comer en la mesa de al lado. Tomamos un café y charlamos sobre la etapa que estábamos viviendo. Cuando llegamos de regreso al polideportivo, lavamos, tendimos y Mon disfrutó de un concurso de bolos, de los antiguos. Después de descansar un poco, dimos una vuelta hasta el museo y sus jardines y nos tomamos una sidrina. Pasaron por allí X de Montreal y XX de Alemania, los conocimos en S.Vicente, el de Montreal era al que le estaba curando Sofía, la hospitalera, en el albergue de S.Vicente, se pararon curiosos al ver a Mon escanciar la sidra y tomó un culín para terminar de completar el ritual. Enfrente en el parque de la iglesia divise al padre (armario ropero) con los dos hijos (alemanes), los despistados de S.Vicente…….., pensé- este chico seguro que es separado y ha tenido la feliz idea de pasar con sus hijos las vacaciones haciendo el camino de Santiago, se llevaban muy bien, los chicos muy prudentes y educados, se les veía felices. Compramos en la tienda “detodotienen”, algo para cenar y volvimos al albergue. Uno de los niños alemanes le preguntaron a Mon, si quería jugar con ellos, pero no fue posible, Mon tiene los ligamentos cruzados rotos y.........., sino, ya te digo, tenía el cuerpo pa eso y másssssss, ¡que vitalidad la de los niños!.
Habían llegado más peregrinos, un grupo de hombres y mujeres catalanes y por último una parejita, que no tenía más de 15 años, había pedido alojamiento, eran de un grupo de scout en prácticas de supervivencia, los habían dejado por la zona y tenía que sobrevivir hasta el día siguiente que los recogerían a una hora determinada en un punto determinado de Columbres, el hospitalero les dejó quedarse, había conseguido alguna lata pidiendo y pasaron la noche como unos peregrinos más. Sellamos la jornada con una cena campestre con nuestras amigas MYC., ¡en el jardín de casa! Una feliz etapa.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario