¡AVISO!
CAMINO DEL NORTE. CAMINO DE SANTIAGO
- El camino, una promesa cumplida.
- El camino un fluir de emociones y sentimientos.
- El camino como la vida. Principio y final.
- El camino como la vida. Etapas cortas, el día a día.
- El camino como la vida, te enseña, te cambia, te da, te quita, penas, alegrías, risas y lágrimas.
- El camino evoca momentos dormidos, recuerdos, aromas, una imagen te da la mano y traslada muy cerca de una persona querida, amiga, familia.
El día te enseña a caminar.
Tú haces el camino.
Como peregrina nazco, como cualquier ser, sin experiencia, sin conocimientos, sin conciencia de lo que me espera. Verde como el trigo, verde, acorazada, alerta e inquieta sin controlar, siendo el control mi serenidad y seguridad, en la otra vida, la que dejo atrás, hasta que esta muera.
ETAPA 1 BILBAO - PORTUGALETE
El 14 de Julio del 2008 ve nacer a una peregrina, acompañada por Mon, Ra-món, el que nace como su compañero en el Camino del Norte.
DESDE BILBAO A SANTIAGO DE COMPOSTELA.
Mon, mi compañero, el mejor que existe, paciente, seguro, portador de lo que en el momento necesité y mi bastón, "Manolito" lo bauticé, en honor a mi padre, era de él y no lo llegó a estrenar, llevaba su espíritu, su fuerza, su serenidad y calma, su sabiduría, me ofreció una increíble seguridad, suavizó subidas, evitó y amortiguó caídas. No he necesitado nada más importante, ¡ que suerte he tenido!.
No soy capaz de entender mejor forma de vivir el camino que portando un motivo especial, una promesa, un sentido más allá del recorrer caminos. El motivo empuja, el motivo da fuerzas, el motivo te guía.
Mientras escribo, siento el frescor en mis mejillas de las lágrimas que afloran de nuevo cargadas de emoción, síntomas vivos del camino, dispositivo que se activa con el recuerdo.
Son las siete de la mañana, emocionados y sin sueño, los nervios se lo han comido. La tarde anterior habíamos preparado minucionsamente todo el equipaje que decidimos iba a ser lo necesario para el camino. Bien colocado en los cajones de nuestros armarios, guiados por la información que sacamos de Internet y la experiencia que del año pasado Mon, había almacenado. ¡ claro! que cada uno ve unas necesidades diferentes al resto, así que no te ayuda mucho a la hora de la verdad demasiado, la experiencia de otros, aunque te da una cierta seguridad o te ayuda a decidir que será lo mejor para ti.
Desayunamos y arreglamos y........llegó el momento de ponerse la casa encima!, madre mía como pesa!, bueno será la primera impresión, supuse, me iré haciendo, pensé.
Zona gris, fábricas de carbón, cuestas, ¡como no!, taaaaantos años tan cerca y tan lejos, era la primera vez que pasaba por este lugar, calor, el sol dejaba huella y pesada, decidí el día anterior ponerme, por la cosa del frío, el equipaje claro está, de frío, peeero, ahora sobraba, eso si, si no tenía remedio, a lo hecho pecho, bueno, es un decir.
Y rodando los pensamientos y comentarios llegamos a Zorroza, Cruces y que calor, El BEC (Bilbao Exhibition Centre), Baracaldo, pasamos un puente de hierro y, ¡el primer peregrino que nos encontramos!, ¿Mira? otro como nosotros, Mon, ¿de donde vendrá?, ¿de donde será?, aceleramos un poquito, sus piernas eran muy largas y con menos esfuerzo se alejaba con facilidad. Llegamos a su par, con la lengua fuera, como quién hace un último esfuerzo y a pesar de, lógicamente encontrarnos con personas que iban y venían, esto era otra cosa, esta persona era de los nuestros, estábamos viviendo lo mismo; Hola, buenos días, ¿de donde vienes?, le preguntamos, era de Elche, había comenzado su camino en Irún, Uf, nos pareció toda una proeza, ya llevaba una semana haciendo lo mismo que nosotros. Nos paramos a comprar dos piezas de fruta y bien aleccionados por los consejos colocados en Internet, llenamos un cajón del armario de cada uno, de bolsitas de frutos secos.
Miro el reloj, 13:30, ¿donde estamos?, en PORTUGALETE, no hizo falta respuesta, la ría, el Puente Colgante, ¡habíamos llegado!.
Tan cerca y tan lejos.
Cuanto más cerca tienes la meta más cuesta llegar y más lejos parece estar.
Este fue el primero de los días de peregrina, dormimos a 21 kilómetros de casa y empecé a descubrir un nuevo mundo.
Localizamos el albergue fácilmente, cercano al ayuntamiento, céntrico y en cuesta. Centro de Iniciación Profesional y Educación Permanente de Adultos, cedido en Julio y Agosto para los peregrinos. El trato agradable, nos causó buena impresión, en el pasillo una hilera de literas, llegando a la última una puerta daba paso a un aula a modo de dormitorio con 12 camas en literas en (fotos) sobre cada una de ellas una sábana desechable y almohadón. Continuando en el pasillo una larga mesa y sillas, cafetera, utensilios de cocina y las duchas al final del pasillo, una de chicos y otra de chicas.
Llegaban dos chicas , muy agradables, cruzamos algún comentario, hermanas nos dijeron que eran, de Barcelona, durmieron al fondo de la habitación, también recuerdo a un matrimonio extranjero, ah! el de Elche, el de las piernas largas. Después de comer dimos un paseo por la ría, sus majestuosos edificios hacía ya sombra en una maravillosa tarde. Volvimos al albergue, descubrimos la invasión, un grupo de jóvenes, entre 14 y 18 años había hecho posesión de las literas del pasillo. Cenamos fruta y un yogur en compañía del matrimonio y el de las piernas largas, hicimos un poco de tiempo sentados en las escalera exteriores del edificio y decidimos acostarnos, me pedí la de arriba, que nervios, como el primer día de campamento con 9 años, lo estrenaba casi todo!, última revisión, todo a mano, mochila preparada a los pies, toalla aseo y única en la barra de la litera, botas bien colocaditas con Manolito de guarda, ¡buenas noches, apretón de manitas transmitiéndolo todo y hasta mañana!
ETAPA 1 BILBAO - PORTUGALETE
ETAPA 2 PORTUGALETE - CASTRO URDIALES
ETAPA 2 PORTUGALETE - CASTRO URDIALES
A partir de aquí el camino fue por carretera empezaba a amanecer, con una agradable sensación de libertad que marcaba nuestros pasos no dejando de ver nunca el horizonte que siempre pendientes de cada rama, cada piedra cada caserío que se iba acercando a nuestra vista, sería las 6 de la mañana cuando nos adelantó un aparente mozo, alto, musculatura bien dibujada, con su equipaje azul marino, haciendo footing, acabábamos de pasar unas viviendas unifamiliares y tenía suficientes datos para dejar correr mi imaginación, este chico seguro que es guardaespaldas o vigilante, a estas horas a quien sino se le ocurre salir a correr, porque claro, hasta donde ha llegado y lo tardará en volver de nuevo a su supuesta casa, echa una hora, entre que se ducha, (supongo que ya habrá desayunado y no cualquier cosa que para hacer ejercicio dedicará su tiempo, ¿no?) y demás, cogerá su todo terreno a enfrentarse a una jornada de trabajo…………lleno mis pulmones de oxígeno, que paz, que maravilla. Muzkiz, durante una semana hace ya unos años, hice mi segunda exposición en la Casa de Cultura de la localidad y ahora después de algo más de una jornada para llegar, caminaba por sus carreteras y caminos. ¡Ay va! Esto me suena, que playa es esa, pero si estamos en Pobeña, me molestan los hombros, en un banco en la entrada de la playa soltamos las mochilas y nos quitamos la botas, que gusto, por Dios!, donde habrá un bar abierto, son las 7 de la mañana y este estómago sigue haciéndose notar, ¡que pesao!, ¡mira Mon ahí a la izda parece que está abierto!, nos acercamos y si, que bién, que olorcito a tortilla de patatita y mira que curasanessss, ummm, no se por donde empezar, el bar estaba caldeao de gente, calorcito de cafetera, mesas libres, todos en la barra, nos sentamos después dejar al borde de la mesa las mochila siempre que no estorben y cerquita, muy cerquita, que ahí va mi cassssa. Al final comimos pan tostadito con mantequilla y mermelada y café cargadito con leche, que placer. Se nos acerca un señor y nos saluda amablemente, ¿a dónde os dirigís? ¿De donde sois?, charlando y alimentando su curiosidad nos contó que había sido hospitalero de Pobeña nos dio una indicaciones que agradecimos aunque solamente el hecho de conversar unidos por un mismo espíritu, abriga y alegra el alma. Atravesamos la playa y continuamos por el trazado del antiguo ferrocarril minero que ahora es paseo peatonal por la costa, camino especialmente bello acompañándonos a nuestra derecha, el mar, iluminado por los primeros rallos de sol, quitándose las legañas en los pequeños charcos que dejaban ver el ocre tostado de la arena.
Acercándonos a la playa de Mioño, alguien, alguien, (¡ anda que si me acuerdo quien fue!) nos indicó un atajillo que te presenta en la playa en un plis, plas. Enseguida vimos una entrada a un camino hacia la derecha y bajando, no empezó mal, pero cuando ya no era para volver hacia atrás, el atajillo se estrechó sin avisar y las ramas de ambos lados se cerraron, de repente se convirtió en maleza intransitable que entre gritos y muchas ayuda de mis compis Mon y Manolito, (Santo manolito) llegué llenita de rasguños arañazos, sofocada (lindamente dicho) y acordándome de la Santa madre del Samaritano, UFFFF. Cruzamos la playa y tras una pequeña pero empinada cuesta llegamos a unas campas que nos iban llevando, disfrutando de una panorámica impresionante, hasta Castro, zona, que nos era totalmente desconocida, me habían colocado como si de una maqueta se tratase, una ciudad de lujo, adosados con esas vistas con las que cualquiera, al menos yo, me gustaría después de disfrutar del olor y sonido del mar con los ojos cerrados, abrirlos y fundirme con sus vistas, día tras día.
Aquellos maravillosos años, en que existía la acampada libre, donde saboreabas tumbada en la hierva una postal en vivo, donde todavía en la playa no te ponía la pierna encima el vecino de toalla, no era mi Castro, que había pasado. Dejaba huella de su existencia parte de esa campa mencionada como si de un monumento se tratase y ser recordada para el resto de los tiempos. Todavía sin dar crédito a mis ojos llegamos al puente que da a la playa, la de siempre, la del propio pueblo, paseo costero que nos dirigió hasta el puerto, me senté en el primer banco que vi y observando lo que me rodeaba relajé mis músculos doloridos, despejé mis hombros de su penitencia y di gracias a Dios por lograr llegar un segundo día, esperaba a Mon que se acercó al punto de información, mientras cerrando los ojos dejaba que el sol me acariciase, sintiendo su calor y mi cuerpo flotar.
Nos dirigimos hacia el albergue, ya eran las dos de la tarde nos quedaba una gran recta que nos llevaría hasta la Plaza de Toros y a su izquierda se dejaba ver un edificio sencillo y nuevo, hasta coqueto diría yo, sus paredes en un ocre pintadas y a su alrededor un césped verde y fresco separando y limitando el terreno una verja de madera, la primera impresión fue muy agradaba y no alegramos de la suerte que teníamos. En cinco minutos entraban en el recinto tres jóvenes, dos chicas y un chico, catalanes y profesores, venían de Irán y llevaban experiencia de peregrinos, era la tercera ruta Jacobea que llevaban vividas, RiKi, Elena y ¿?, estuvimos charlando a la espera del hospitalero cuando llegó un grupo de chicos y chicas, saludos, se fueron tirando al sol, en la hierva unos, otros a la sombra, todos con ese semblante de haber llegado a casa. Llegó el hospitalero, un chico joven, en bici, nos fuimos registrando y acomodándonos en las literas, según entramos nos colocamos en la de enfrente de la puerta, eso esta vez los dos en las de abajo, al estar seguidas nos lo podíamos permitir. Estoy pensando que es curioso, haciendo un repaso en este sentido, a no ser de encontrarlas ocupadas, en todos los albergues la tendencia era descansar en las literas próximas a la puerta. Ritual de orden de armario y preparación de vestuario para la etapa siguiente. Hasta mañana si D quiere.
ETAPA 3 CASTRO URDIALES - LAREDO
Eran las 7:30 de la mañana y la luz del día despertando, nos avisaba del maravilloso día que nos esperaba. Repasamos el trayecto que indicaba la guía y disfrutamos de la paz, el silencio y la frescura de la mañana, los caminos nos daban los buenos días y nos dieron la mano hasta llegar a un pequeño núcleo urbano llamado Allendelagua, manteniendo la esperanza de tropezarnos con cualquier tasquilla donde pudiésemos llevarnos a nuestro ruidoso y triste estómago, un cafecito caliente, para empezar. En un pequeño cruce, unos obreros que trabajaban sobre el tejado de una casa en construcción, viéndonos dudosos, nos indicaron la dirección correcta para seguir y ya aprovechamos para preguntarles donde encontraríamos un bar o algo, la respuesta fue "si, nada, cerquita, encontraréis un bar a unos 5 kilómetros más o menos en el camping de Islares". Le miramos con los ojos como platos, claro que eso hubiésemos contestado nosotros de estar en esa vida paralela, la que habíamos dejado y no olvidado, viendo la diferencia que existe entre contar con el motor de un vehículo o tu motor de alubias. Esos 5 kilómetros significaban hora y pico más de caminar acompañados de los gritos de socorro que sonaban en nuestro interior. Nos acordamos de las provisiones de frutos secos que llevábamos en el cajón del costado y nos sentaron de cine, al menos conseguimos silenciar nuestro desfallecido motor. Nos alcanzaron las hermanas, que ya creo que es hora de presentaros a Carmen y Marisa, empezábamos a sentirlas como de la familia, con el respeto que obliga a tener tu propia resistencia y ritmo de caminante hasta llegar al camping de Islares y manteniendo una prudente distancia nos íbamos pasando tanto unos como otros. El paseo fue una delicia con el mar a la derecha, un regalo. Al final del camino que nos llevaba al camping unas obras , enemigas desastrosas, desaliñadas, sucias y polvorientas, que provocaron en un futuro más de un desastre, nos volvieron a hacer dudar, pero gracias a unos vecinos del lugar que amablemente nos indicaron por donde continuar, agradecidos por la ayuda y felices de encontrar personas así, seguimos hasta que empezamos a ver separadas por una barrera de setos, caravanas abriendo sus ventanas para dejar entrar el sonido del llanto de un niño y el aroma del café recién hecho. Que alivio cada vez que paras y dejas casi, caer el armario ropero (a veces como si fuese de 10 cuerpos), pero siempre con cuidado y a su lado “Manolito” de guardián. En la terraza lateral nos sentamos, ¡¡que tortilla de patata!!, una xfa y café doble con leche hirviendo, ¡que placer!. Un alivio para el desfallecimiento de hambre, de cansancio, de sed, de dolor, es un regalo y lo agradeces como si fuera el primero y el último, puede chocar el exceso de valor que siente por absolutamente todo, pero es parte de la fuerza del camino. Seguido llegaron C y M, que alegría, también los encuentros son vividos de igual manera, como si fuesen el primero y el último, porque no conoces los cambios y circunstancias de cada uno y que puede cambiar la trayectoria totalmente. Fuimos los primeros en emprender de nuevo la marcha, nos despedimos y continuamos hacia el Tontarrón, llegando a la marquesina suena mi móvil, ¡ U yu yuy, quien será!, era mi amiga MC, que ilusión, también con su llamada me ofreció un descansito y nos sentamos en el banco de la marquesina del autobús, mientras tanto llegaban las hermanas. Pasamos dejando el Pontarrón por un bar que se encuentra cerrado y que recordamos, hace ya una miaja de años, comer para no volver. Ya en la autopista, mirando al frente y sin dejar el ritmo, desagradable caminar por autopista, el ruido y velocidad de los vehículo es un tormento, sobre todo los camiones como ogros despistados que cuando por tu lado pasan, reverencian con altivez con un soplido seco y seguro, alegrándote cuando volver atrás la cabeza, sientes el silencio de su lejanía. Agur. En el punto más alta, tres personas en sentido y lado contrario caminaban hacia Oriñón, una de ellas, la mayor, a pesar de la distancia de los carriles, nos grito, ¡ Buen tiempo en el camino y fuerza para llegar¡, me sigo emocionando al recordarlo, en ese momento fue tan fuerte el fondo de aquellas palabras, el sentimiento con el que fueron dichas, el que te demuestren que sabes lo que estás viviendo, esos deseos rompieron todos los muros del albergo de mis sentimientos, a partir de de ese momento quedaron desprotegidos y libres, fluyendo con un pensamiento, recuerdo, aroma, palabras de apoyo, saludos acústicos, confusiones, cualquier tipo de circunstancia por pequeña que fuese. Llegamos a Liendo a las 12 y media, hacía calor y empezábamos a necesitar una paradita, pero la ilusión de llegar y ver a L’artist y a Carlos, me daba fuerzas y que voy a decir del paisaje, las casas señoriales que guardan historia en sus paredes y jardines, disfrutando de todo esto y a la vez recordando que la semana anterior habíamos estado allí mismo, viendo la expo de las obras de L’artist (apodo en nuestro mundo flamenco), en la terraza del bar de la plaza, nos sentamos y llamé a Esti, llegó de avanzadilla Carlos, entusiasmado por saber como nos había ido estos tres días, tenía un montón de preguntas, alguna se la contestaré gráficamente en una de las próximas etapas, tomamos un “tente en pié”, ya con Esti y disfrutamos de un ratito de charla contando lo vivido hasta ese momento. Nos acompañaron hasta el cruce que separó nuestros pasos y cogimos la dirección que nos indicaba la señal, íbamos a Laredo, la peor hora, 14:30, mientras nos encontrábamos una pequeña sombra de un árbol o arbusto, daba gracias por ese segundo de frescor, que lo disfrutaba como si hubiese durado cinco minutos, no dejaba por ello de pensar que sólo nos quedaba 1 hora para llegar. Fue un regalo y una recompensa ver aparecer la estampa desde lo alto y ante nuestros ojos de Laredo, las vistas son increíbles. Fuimos a parar justamente en uno de los albergues privados que existen en Laredo, el convento de las Hnas. Trinitarias, el lugar invadido de una paz y calma impresionante, un amplio, limpio y sencillo pórtico, enseguida apareció una monjita que nos recibió con los brazos abiertos, nos indicó que tenía una habitación libre para dos y nos pareció un regalo más del día, que afortunados y más cuando abrió la puerta y ante nosotros, dos camitas de 90, una cómoda a la izda y al fondo, dejando entrar la luz de la tarde e invitando a asomarte, un ventanuco rodeado de unas firmes paredes de piedra, dejando ver desde una perspectiva especial las calles del casco viejo de Laredo.
Ritual ya marcado, decidir donde dejar caer tus huesillos, la mía la de la izda, duchita, preparar la mochila para la jornada siguiente y ya con el traje de calle, como sin casi notarse que llevas a tus espaldas, rodillas, hombros y demás partes, 36 kilómetros recorridos, salimos a mezclarnos con los habitantes y veraneantes del lugar, recorremos ya los últimos pasos que cada segundo cuestan más, te planteas……¿vamos hasta el fondo del túnel, o no?. Cenamos no muy lejos de casa, después de tomarnos una cervecita en una terraza, suelo empedrado, la jornada había sido dentro de la dificultad esperada muy agradable, encontrarnos con peregrinos familiares, un factor cálido del día, que te recuerda estar al otro lado y va formando eslabones de la cadena.
ETAPA 4 LAREDO - GÜEMES
ETAPA 4 LAREDO - GÜEMES
Llegando ya a Güemes y buscando ya el Albergue, fuimos a parar a un apacible lugar, un tipo cervecera rústica americana, ambientada en el recuerdo del country-rock y quien como Kenny Rogers y otros muchos cantantes, podrás ver en sus paredes cual museo de la música Country Americana, que gozada , llegar no viendo el momento de despojarte del armario ropero y que te abrace una canción de Cris Cristoferson, la paz del lugar con su porche a una temperatura perfecta ( no había nadie) nos empujó, aún estando tan cerca del albergue, a quedarnos a comer y descansar un poco. El “Food ans Rock and Roll” es el nombre del encantador lugar, nos tomamos dos cervecitas pa estar a tono con el ambiente, que por cierto, como se sube a la cabetxa una sola txervetxa cuando caminas. ¡tenerlo en cuenta!. Mientras comíamos, observamos una perra con sus tres juguetones cachorros, enseguida hicimos migas y terminaron con sus travesuras rodeando la mesa, lugar prohibido para ellos y sin que sirviese de precedente disfrutamos todos un ratito, hasta el café. Los dueños, un matrimonio joven, vivían en la parte de arriba desde hacía tan solo un año, la experiencia iba siendo buena, estuvimos charlando con el marido, comentando los peregrinos que por allí habían pasado y curiosidades de alguno de ellos, por ejemplo, una peregrina chinita, que llegó con los pies tan destrozados que hubo que llevarla en coche hasta el albergue porque era incapaz de dar un paso más. Con pena de abandonar aquel lugar y con regalo de dos camisetas incluido, nos dirigimos hacia el albergue.
ETAPA 5 GÜEMES - SANTANDER
ETAPA 5 GÜEMES - SANTANDER
ETAPA 6 SANTANDER - POLANCO
ETAPA 6 SANTANDER - POLANCO
El trayecto siguiendo las tuberías de la fábrica de sosa Solvay, durante 4 kilómetros, monótono, que fácilmente te alargaba la distancia, te hacía recordar el cansancio , hasta que vimos a las Hnas M/C (Portugalete), motivo de alegría y analgésico para los dolores, dejó de ser una camino aburrido y monótono, hasta yo diría, que hubo kilómetros que desaparecieron. Atravesamos la última estación y vías de tren para contar los minutos que faltaban para llegar a Polanco. Bastante cansado y dolorida, me senté en el primer y único bar que encontramos antes de llegar al albergue, eran las 14:00 h y mientras picábamos unos bocadillitos y una cervecita, comentábamos la jornada y sus pormenores. Ya recuperadas un poquito las fuerzas, buscamos el refugio y la referencia de un antiguo bar, cerrado actualmente, pero que amablemente lo ponía al servicio del peregrino y hacía así de hospitalera, trataba de mantener a los ojos de la asociación del Camino, el albergue aparentemente curioso, lamentablemente necesitaba algo más, el olor a humedad de las dos habitación era bastante considerable, aunque si tratabas de no pensarlo, el lugar en general era bastante agradable y acogedor, la entrada, a modo de recibidor- salita, la abrazaba a la derecha, dos habitaciones, cada una de ellas con una litera de tres. El baño de frente a la puerta de entrada, en la pared de la izda, dos ventanas altas. Llegamos al bar, triste y vacío, donde en tiempo pasado sus paredes habían escuchado risas, charlas y recogido el humo de los pitillos, ahora silencioso como un museo, mantenía vivo al fondo a la izquierda, un comedor, donde unas 6 mesas esperaban el calor de una comida caliente. Nada más abrirnos la hospitalera y mientras nos presentábamos, mis ojos solo buscaban algo donde sentarme, mi cuerpo ya seguro del final de la etapa, dijo - ¡hasta aquí he llegado!, preguntamos si era posible que nos preparase algo de cenar, nos daba igual que, unos huevitos fritos mismamente y una ensaladita, se nos hacía la boca agua pensarlo. No hubo ningún problema y quedamos a las 8 de la tarde, tiempo que nos vendría bien para acomodarnos, lavar la ropa y descansar un poco. En el lateral derecho de la casa, estaba resguardado con un tejadillo, un antiguo lavadero de piedra y el colgador en lo alto, en el prao. Una litera de tres camas en cada una de las dos habitaciones, llenaban el pequeño hueco, destinado a dormitorio, bien aprovechado, justico, justico y agradecido, siempre se agradece encontrar cada final de etapa, tu hogar, en este caso y de momento para los cuatro, éramos afortunados y disfrutamos de esa sensación mientras duró, por lo menos eran las ocho, cuando desperté de un merecido descanso. Llegó un peregrino, solo, peculiar, célebre, dirían en alguna comunidad, se incorporó al grupo y en nuestra habitación, se cargó la habitación en exceso, pero es parte del contenido del paquete. Caminaba solo y cada etapa, batía su propio record y lamentablemente para los que compartieron espacio y algún momento, sufrieron la ausencia del aroma a ropa limpia y al aspecto relajado y agradable de haber recibido una buena ducha. Nos acompañó en la cena y compartimos conversación. Llegaba a caminar etapas de hasta 50 km. ¿¿¿!!!.
ETAPA 7 POLANCO - COBRECES
ETAPA 7 POLANCO - COBRECES
El compañero de habitación, había dejado su espacio vacío , a las 5 de la mañana oí como sigilosamente recogía y desaparecía, como si de un ladrón se tratase, no tardó ni 10 minutos.
Pasamos la carretera, era domingo y no se veía gente por el camino, sin embargo si se notaba movimiento de recogida de fin de semana, era zona de casas de alquiler y rurales, se veían familias y grupos de amigos, globos en las ventanas, señal de haber niños y celebración de cumples, ya sin ruidos las bolsas de viaje se amontonaban en la puerta. Un portón de un caserón que daba a un patio interior, dejaba ver su interior y sus dueños sentados en el porche, al cobijo del agua, que ya empezaba a suavizar su insistencia y aprovechamos la invitación que nos ofrecieron sus sonrisas y saludos al pasar, lo que nos hizo retroceder unos pasos y aprovechar para pedirles que nos llenasen las cantimploras de agua, charlamos unos minutos y seguimos el camino.
Mis rodillas iban mucho mejor, dejaba de llover y siendo consciente de ello, lo disfrutamos aún más, así como del paisaje, pueblo con calles estrechas, casas abrazadas con altos cercados de piedra, señoriales verjas guardando amplios terrenos, riachuelos de postal bajo puentes romanos. Llegamos a Santillana, suelo empedrado, un paseo histórico, paramos a desayunar entrando ya en la estrecha calle donde a un lado y otro se reparten bares y restaurantes, después de casi dos horas andando la necesidad era evidente. Éramos observados por la pareja que se encontraba de frete a nosotros, posamos los armarios roperos y dejamos apoyados a Montxo y Manolito. ¡Que bueno y calentito el chocolatito!, el dueño se nos acercó y compartió alguna anécdota de su camino con nosotros, lo hizo con un grupo de amigos y en bici, guardaba buen recuerdo. Deseándonos buen camino proseguimos la andadura. Llegamos a las 13:30 a Cóbreces y enseguida vimos a la izquierda el Monasterio Cisterciense, donde habíamos decidido pasar la noche, las fuerzas parecían agotarse, sabiendo que ya estaba en casa, es entonces cuando parece que no vas a resistir más y no vas a ser capaz de llegar. En el edificio de la entrada, la puerta estaba cerrada, el padre portero no estaba, pero la puerta lateral estaba abierta y daba acceso ya, al recinto de Monasterio, majestuoso edificio, visitado por turistas, donde pueden comer y pasar la noche. Pasaron delante de nosotros cuatro personas, frescas y encaminándose a los comedores. A la izquierda del edificio central y como continuación al de la entrada, supusimos que era el lugar destinado para el descanso del peregrino, así que, solo quedaba subir esas poquitas escaleras, que desde abajo, las llamaba y no se acercaban. Arriba ya, llamamos pero nadie respondió, la puerta abierta, un largo pasillo, sus paredes limpias de adornos y tres puertas a cada lado formaba la distribución sencilla del hogar. Necesitaba sentarme, tumbarme, descansar un poquito, no podía más y me introduje en la primera habitación, en la que una litera y una cama, tipo turca junto con una mesa y dos sillas llenaban el hueco, ¡AH! ¡Y cuarto de bajo completo, con ducha sin cortinas!, decidí no moverme de allí. Mon fue a buscar a un padre o fraile para que nos sellase las credenciales y pudiésemos confirmar nuestra estancia. Tardó un poquito, pero al final apareció con un fraile, me encontraba sentada y me había descalzado, era lo primero y lo único que podía hacer. Nuestra sorpresa fue, que no era el lugar del peregrino actual, sino el antiguo, no vimos, un edificio a la derecha en la entrada que ¡claro!, al estar visualmente fuera del recinto de la Abadía, no reparamos en él. Al verme ya medio acomodada y tan cansada el buen fraile nos permitió quedarnos allí mismo. ¡ BIENNNN!.
ETAPA 8 COBRECES - S. VICENTE DE LA BARQUERA
ETAPA 8 COBRECES - S. VICENTE DE LA BARQUERA
La etapa estaba resultando encantadora, las vacas y algún que otro toro, nos miraban al pasar con atención y expectantes, de alguna manera estábamos invadiendo su espacio visual. La vista que asomaba de la ría de San Vicente anunciaba que escasamente nos quedaba una hora, el puente, lo pasamos bajando y subiendo la acera para dejar pasar a unos y otros, el mar estaba calmado y de un azul intenso, dos grupos de chicos y chicas, supongo que de campamento, disfrutaban repartidos en dos pequeñas embarcaciones, que dejaban oir sus risas y gritos al salpicasen entre ellos, mientras el monitor intentaba resignado, mantener la flota, a flote.
Siguiendo la flecha, nos encaminamos hacia el albergue, con la ilusión de llegar, soportamos la pendiente hasta llegar a la Iglesia de Santa María de los Ángeles, antiguo hospital de peregrinos que pertenecía a la Orden de Malta, ¡no lo podían haber puesto más ALTO!.
La entrada al albergue, un poco descalabrada, entre obras, se suavizaba mirando el mar que frente, como una postal, nos recibía.
Nos recibieron el hospitalero y su mujer, su hija colaboraba igualmente y fue como llegar a casa de la familia, las botas de los peregrinos que iban llegando, bien colocadas reposaban en la entrada, fue la primera regla indicada, antes de entrar a casa, las botas quedan esperando fuera. La puerta abierta daba paso a una amplia habitación que cumplía la misión de acoger en tres ambientes, salita, oficina y comedor, a los peregrinos que nada más dar el primer paso, ya te sentía como si no fuese la primera vez que habías estado, de ahí y al fondo, a mano izda. la cocina y a la derecha aparecía un largo pasillo, primera habitación derecha, de la familia hospitalera, habitación peregrinos y duchas y servicios chicas. El dormitorio acogía en literas, que colocadas a ambos lados, formaban un pasillo central, guardando una cierta intimidad visual separando por paredes abiertas, cada dos literas de dos. Nos fuimos al fondo y nos organizamos en la última al lado de la ventana, de momento estábamos solos, una peregrina se oía hablar con su pareja, él sentado, parecía tener algún dolor o molestia que ella trataba de calmarla con una pomada, por su forma de tratarse, no era capaz de descubrir si eran matrimonio, o se habían conocido por el camino, o que, era la mejor ocasión y circunstancia para hacerme mi propia película, -por como se tratan, yo diría más bien que se han conocido por el camino, su forma sutil y delicada de dirigirse a él, me hacía creerlo así, él alto y fuerte, rubio, de edad media, se delató al hablar que no era Español, por el deje, quizás francés, su español era perfecto pero con esa dulzura característica de esta lengua.-
Entre los que llegaron y que alegría, nuestras amigas y hnas. MYC y Manuel y Elena, que los conocimos en Güemes, encantadora parejita de Madrileños. Una vez organizados, quedamos para ir a comer a S. Vicente con MYC. Comimos de maravilla en una de los varios restaurantes que hay hacia el puente.
Hicimos la colada, tendimos la ropa, con ese día se secó rápido. En la entrada o porche, estaba la mujer del hospitalero curando las ampollas que llevaba, pobrecillo, no había visto curarlas nunca, ¡Ay amá! ¡que impresión!, con una jeringuilla le pinchaba la ampolla e inyectaba betadine, eso también se aprende. Ramón que ya en Portugalete, empezó a hacerse curas, pero fui incapaz de verle, eso sí, me informó como iba la cosa, viene muy bien saber coser……Se coge una aguja y se enhebrar con hilo (da igual el color) y se atraviesa la ampollita, dejando el hilo para que supure y drene, puedes elegir entre los dos métodos, pero te deseo la suerte que tuve yo, de no necesitar ninguna de las dos, sorprendentemente, los traje como los lleve (los piececitos).
Se preparó la mesa para cenar, nos deleitaron con una estupenda sopa, filetes de lomo, salchichas, fruta y yogures de postre. Fue la ocasión de presentarnos, entre los que tengo que destacar, la pareja que os he comentado antes, él era Fran y ella Basi, también Elena y Manuel, que durmieron en las literas de nuestro hueco, Un gran hombre, enorme! y alemán, con sus dos hijos de 11 y 13 años, que llevaban el mismo camino de altura, despistados ellos, los sorprendí en el baño de chicas, claro que los más sorprendidos fueron ellos, con cara de ¡ah, pero no es el nuestro!, se disculparon entre risas.
ETAPA 9 S.VICENTE DE LA BARQUERA-COLOMBRES
ETAPA 9 S.VICENTE DE LA BARQUERA-COLOMBRES
ETAPA 10 COLOMBRES - LLANES
Etapa 10 COLOMBRES-LLANES
No pegué ojo, ¡que duro el suelo, por Dios!, pero no importó, una nueva etapa nos esperaba, larguita, pero íbamos a Llanes y caminando, era todo un acontecimiento. El recorrido, por caminos era genial, según avanzábamos, íbamos sintiendo el sonido de coches, nos estábamos acercando a la carretera, salimos a parar muy cerca de
-Siempre cuentas con que, cuando te despides, sea posible tanto volver a verte como no, de esta forma las despedidas, son vividas de forma tan intensa, como los encuentros-
Continuando por la carretera nos encontramos con Basi, estaba ciertamente angustiada, cuando llegaron a la salida indicara para llegar a la carretera general, Fran y X de Montreal, que los acompañaba, convencidos de que el camino continuaba, decidieron seguir, sin embargo Basi, siguió la señal, saliendo a la general. Observando que tardaban más de lo esperado en aparecer, para su percepción del tiempo, empezando a asustarse, fue cuando la encontramos, contándonos lo sucedido. Al otro lado de la carretera se imaginaba un camino en lo alto, tapado por una afluencia de pinos frondosos, que dificultaban la visibilidad. Comenzamos a gritar el nombre de Fran, dando por hecho que podían estar cerca y oirían las voces. No tardaron en aparecer.
Fue un encuentro estupendo y eso que el disfrutar de nuestro propio espacio, sin ser habitual encontrarnos peregrinos al paso, iba siendo una agradecida experiencia, sin embargo en esta ocasión fue compartir el entusiasmo de recorrer esta etapa tan especial para nosotros, lo que la hacia extraordinaria. Mon es Llanisco, como los de Francia, Franciscos (que decía mi hijo, GariKoitz, cuando en los viajes largos en coche, jugábamos a los gentilicios).
Todos mantuvimos el interés por mantener el grupo y aunque en algún momento se alargaba o acortaba en la distancia, nos esperábamos unos a otros. Mereció la pena tomar este camino alternativo, ir por Pendueles, nos permitió disfrutar de este maravilloso paisaje, hasta llegar al Camping
Fue como un sueño, habíamos llegado y andando, a casa, en 10 días, cuando en dos horitas solemos llegar en coche.
ETAPA 11 LLANES
ETAPA 11 LLANES
Aún ahora recordando, se desconecta el alma y me cuesta transformarla.
Sentí una mezcla de felicidad por estar en casa, estar con la familia, agradecimiento por el descanso y de inquietud interior por no dejar al alma de peregrino seguir su vuelo y hasta quizás desorientados al romper esa estructura de vida, pero cada momento hay que saberlo vivir, encajarlo y valorarlo.
Nos levantamos y después de desayunar, organizamos las mochilas, estudiamos lo que era innecesario, considerando la experiencia hasta el momento. La bolsas en las que distribuí las ropa, eso sí muy monas, con su cremallerita plastificada, de diferentes colores (esto no pesa, los colores digo), conjunto pantalón y camiseta por bolsa, que eran 6 en total, un conjunto de frío, usado el primer día, pero lo mantuve, dos de vestir (para cambiar), el resto eran tres pantalones cortos y uno largo, (ahora lo repaso y me parece una barbaridad), calcetines en otra bolsa, camisetas de repuesto en otra, Kit de dormir en otra, un bikini y cremas protectoras y para terminar el neceser, que si botecito de gel, otro de champú, el aceite pal cuerpo…….. Era necesario valorar que se dejaba y, empezamos por la bolsas, las sustituí por unas ligerísimas, sin cremallera, como las de congelar, dejé el camisón de lunares, monísimo, pero nada práctico, un conjunto de vestir, un conjunto de pantalón largo, hay que decir que por separado la verdad es no pesaba tanto, ¡ hay! pero cuando lo sumas todo, es otra historia y sobre todo un par de guías, una revista un bolsito que Mon me compró en Unquera, todo ello, más de
La etapa de descanso resultó agradable, pero no nos encontrábamos realmente en nuestro mundo.
ETAPA 12 LLANES - SAN ESTEBAN
Nos levantamos a las 6 de la mañana, contentos de volver a encontrarnos con el camino, la inquietud de recibir lo mejor del día y del camino, con alegría, viendo amanecer y sintiendo el frescor de la mañana, el resplandor del horizonte nos avanzaba que la jornada presumía ser luminosa y calurosa. En el puente, el ritual marcando la salida, unas fotos para sellar el momento. Pasaba despistado un peregrino, que más parecía un desorientado y bohemio caminante del mundo, célebre, como dicen los llaniscos, no se sabía si iba o venía y colgaban de su mochila posibles ahuyentadores de malos espíritus o asombrados espectadores de su locura.
Decidimos seguir el camino, manteniendo el embrujo y atracción del mar, así llegamos después de pasar cerca de la casa de Belén, a la que no nos acercamos porque obligaba una considerable subida de camino y a desviarte. Me propuse desde un principio, no mirar ni volver hacia atrás, a no ser que las circunstancias obligasen, no desviarme del camino. Pasar por las playas, viendo acercarse el mar y la arena blanca a tus pies, cuando empieza perezoso a despertar el día y a brillar en silencio, playas de las que he disfrutado en la otra vida que con su embriujo te obliga a aspirar esa paz y esa belleza tratando de ahogarte en ese placer.
Se me agolpan las imágenes, instantes, las voy guardando en mi cámara, memoria que paseará por mi mente, revolcándose en el recuerdo, cierro los ojos e intento retener el aroma del mar y de la hierva fresca, sujetar embobada la sonrisa. Otro instante y visión aparece, me emborracho de paz, las palomas, pasean, juegan, se refrescan, picotean.
Seguimos caminando.
Un cerdito vietnamita nos observa, se acerca, no os conozco pero, buen camino amigo.
Hacemos una paradita, un mini parque de descanso con dos mesas nos invitan. Una de ellas, la que no aparece, por preservar la intimidad de los que la utilizaron, dejaba huella de una noche salvaje de alegría, probablemente gran celebración de….despedida de soltero, cumpleaños…….debió de comenzar con una buena parrillada y bebida, costillas y bebida, chuletas y bebida, chorizos y bebida, panceta……. La mesa taba abarrotada de boteeeeeeellas y se debieron de despistar un poquito, pues la prueba de la alegría vivida no había sido borrada.
Las pequeñas capillas de ánimas, la esencia de fé en las pequeñas llamas cantando temblorosas, una increíble fuerza, un inesperado suspiro y una sonrisa y sigues caminando, sin palabras.
Observas como caminante, a veces te sientes invisible, las vidas en esas casas en esos pequeños pueblos, el aroma de los pucheros, los muros abrigados de mantos verdes, las verjas marcando una entrada a un majestuoso espacio que guarda las vidas de sus dueños, su historia, sus alegría y sus penas, su riqueza y trabajo.
Es hora de parar, un descansito, el estómago avisa.
Paramos en Naves y ¿que tal un sidra y un trocito de empanada?, llamo a mami.
El establecimiento, de museo. No permiten meter las mochilas, a pesar de que el espacio es bastante amplio, por amables con los peregrinos. Que experiencia habrá alimentado tan triste pago.
Agradecida el alma y el cuerpo por el descanso, continuamos el camino.
Llegamos a Cuerres, vimos la anunciada fuente del Peregrino.
La técnica fotográfica pone su toque de humor y nos roba unas carcajadas.
O Mon, no sabe programar la cámara, o anda un poco torpe y no llega a tiempo más que para ofrecernos una visión espontánea llegando a la fuente inmortalizada, AMÉN.
Las amigas peregrinas MYC, nos habían informado donde podíamos comer y muy bien por cierto, tan agustito. CASA PEPE. Un rincón estupendo y con una atención muy buena. Cuando entramos, un bar, majillo, hora del vermut y de pintxito, estaba bastante lleno. La barra a mano derecha y de frente, un patio, que no pudimos resistir quedarnos en el a comer, solamente una mesa ocupada con cinco personas. Hacia calor y lucía el sol, buscamos una mesa a la sombra, que bastante sol llevábamos encima, espacio para dejar los armarios roperos, Manolito y Montxo. Una sidrita, fresquita, sentaditos a la sombra, servilleta de colores, en un pedacito de cielo.
Continuamos hacia Ribadesella. Fue agradable la entrada, se acercaba el final de la jornada, pensando donde estaría ya cuanto tiempo faltaba para llevar, ya era habitual esa sensación de que, cuanto mas cerca estás, mas lejos lo ves.
Llegamos al paseo de la playa, ver el mar ya fue un regalo, el albergue juvenil, allí mismo enclavado, era una maravilla, pero habíamos preguntado cinco minutos antes de llegar y nos habían informado de que estaba completo, así que no perdimos tiempo en comprobarlo, mas tarde nos enteraríamos de que había plazas, consejo, no os fiéis de la información, que sirva de orientación, pero comprobarlo siempre, evitaréis sorpresas. Esa confianza no obligó a dirigirnos hasta el albergue siguiente, que aunque eran casi tres Kms, que dicho así no es na, que sepáis que os encontrareis con una subidita maja, maja, que para mi fue de la etapa, con el cansancio y las pocas fuerza que quedaban, fue lo mas duro, excepto los dos minutos últimos, cuando divisamos el Albergue de San Estaban. Las rodillas me mataban y decidimos descansar un poco al final del paseo, en un txiringuito, nos vino muy bien el descanso, aunque solo fue de diez minutos, tomando una cervecita y viendo el mar, que mas quieres!.
En Leces, donde se encontraba el Albergue no hay tiendas, así que en la rotonda del barquito y hacia la izda., SUBIENDOOOOO, nos indicaron que había un super grandecito. Y…..volvimos a sufrir por la información del otro mundo. Cuando preguntamos por algún comercio de alimentación, nos indicaron ……..siiii ahí mismo tenéis uno, a cinco minutos, ¡claro, en coche! .
Espere sentada en la acera y Mon fue al super, los cinco minutos se convirtieron en tres cuarto de hora entre subir y bajar.
Viendo como el cielo tiraba de un hilo, donde había enganchado la carretera por la que teníamos que seguir, dijimos, ¡ala que no queda nada!.
El albergue, antiguas escuelas, la mayoría de los peregrinos que allí estaban, eran ciclistas y habían ocupado prácticamente un ala del edificio, eso provocó a la hospitalera que nos llevase a la otra parte del albergue que, todavía estaba sin ocupar. La visión de las antiguas aulas, ahora hacía la labor de dormitorios, en cada una de ellas, unas más amplias que otras, albergaban literas, ¡como las que tengo yo en la casa del pueblo!, ¡fíjate!, además en una de ellas recuerdo un pequeño armario. Nos fuimos hacia en fondo de una de las habitaciones y nos acomodamos en las últimas litera. Una ventana nos enseñaba el patio interior, donde probablemente los mayores del lugar, jugaron en su infancia a pillar, o al esconderite, o a moro-pico-tallo-que!. Una duchita, lavar la ropa que llevábamos y prepararnos la cena, por ese orden. La cena en una mesa hermosita mesa y acompañados por otra pareja de peregrinos que hacían el camino en bicicleta, compartimos impresiones y situaciones de la jornada. Preparamos las mochilas y la ropa del la el día siguiente y repasamos con la guía lo que nos recorreríamos en la nueva etapa y en paz y agradeciendo el día vivido con lo bueno y con lo malo, nos fuimos a dormir.